Neorrancios by AA. VV

Neorrancios by AA. VV

autor:AA. VV. [AA. VV.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-01T00:00:00+00:00


LA DISPUTA DE LA MATERNIDAD

En 1959, en pleno baby boom y Guerra Fría, Richard Nixon viajó a la Unión Soviética para participar en un debate con el presidente soviético Nikita Jrushchov. Conocido como el «debate de la cocina», porque tuvo lugar en un expositor de modernas cocinas americanas en la inauguración de la Exposición Nacional Estadounidense en Moscú, este enfrentamiento verbal ha pasado a la historia por el modo en el que Nixon reformuló un conflicto geopolítico en un choque cultural y de valores en el que el papel de la mujer fue el protagonista. Ninguno de los dos dirigentes habló de misiles o bombas atómicas. Nixon afirmó que la superioridad estadounidense se basaba en el ideal de un hogar feliz, con electrodomésticos modernos, una vida familiar segura y con roles de género que contribuían a la abundancia y al bienestar. En un momento determinado, Nixon llamó la atención de Jrushchov sobre una moderna lavadora con panel de control: «Estas lavadoras están diseñadas para facilitar la vida a nuestras mujeres», afirmó. Ante semejante alarde, Jrushchov le contestó que su país no tenía esa «actitud capitalista hacia las mujeres», y que el comunismo no concebía la idea de que las mujeres fueran amas de casa a tiempo completo[62" id="rf62]. Aunque los mandatarios chocaron radicalmente en la idea de cuál era el puesto de la mujer en la sociedad, sí se pusieron de acuerdo en que era competencia suya decidirlo y en que tenían la potestad de moldear la subjetividad femenina de acuerdo con los intereses del Estado en cada momento.

La misma polarización que tuvo lugar en esa aséptica e irreal cocina de Moscú parece haberse naturalizado en nuestro tiempo y en los discursos sobre los modelos de crianza. Constantemente se oponen dos realidades. Por un lado, existe la idea de que hemos sustituido el yugo que nos relegaba a lo doméstico por una tiranía de la producción que nos ha alejado de los valores familiares y nos ha hecho renunciar a una vivencia plena de la maternidad. Por otro lado, está la convicción de que las mujeres debemos dejar por completo la domesticidad y apostar por el progreso en la esfera pública como única vía para alcanzar la igualdad real, y cualquier opción alejada de esa supone un paso atrás en la liberación femenina. Ambas ideas parecen querer perpetuar la distinción de las dos esferas victorianas y hacernos elegir una de ellas.

En mi experiencia en el Congreso de los Diputados como diputada encargada de los temas de igualdad, he vivido esta dicotomía, a menudo representada por colectivos de mujeres que adoptan posiciones extremas de cualquiera de estos dos paradigmas. He mantenido reuniones y he escuchado las demandas de asociaciones de mujeres directivas, empresarias o emprendedoras que proponen modelos de conciliación orientados a romper los techos de cristal; y también me he encontrado con colectivos de madres que reclaman permisos de maternidad más largos y exclusivos para las madres que han gestado, pues defienden que existe un vínculo biológico que no puede romperse sin perjuicio para el niño o la propia madre.



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